El día domingo, el pueblo argentino va a
resolver, por la vía de la democracia formal, cuál será la naturaleza del
próximo gobierno, puesto que la primera vuelta, ha puesto en dos planos
antagónicos, por un lado al populismo heredero del peronismo y por otro, a la
derecha en su versión más reaccionaria.
No será una segunda vuelta fácil, porque
el peronismo en su fase kirchnerista, sobre todo el gobierno de Cristina
Fernández de Kirchner, ha estado salpicado por graves hechos de corrupción,
que, desgraciadamente, ha afectado también a todos los gobiernos populistas de
la región. Sabemos que el peronismo, tal como lo planteo Perón en la década de
los 40, se agotó en los primeros años de su gobierno, en su intento de
desplazar del Poder a las oligarquías terratenientes y de transferirlo a la
naciente clase media. En sus orígenes, como la mayor parte de los populismos
latinoamericanos, estuvo influenciado por el nacional socialismo y
posteriormente, en el segundo período de Perón, adquirió matices
socialdemocráticos, de acuerdo con la época. La modernidad modificó la
tendencia general del peronismo pero conservó su tendencia socialdemócrata,
aunque con las graves desviaciones que también afectarán el “zquierdismo” de
Bachelett en Chile, de “Lula” en Brasil, y del propio Pepe Mujica.
Debido a su consistencia política y su
naturaleza populista, como consecuencia de la grave crisis económica del
Imperialismo que afectó también a Europa, América Latina no pudo escapar a sus
efectos y debió terminar por transar con los organismos financieros
internacionales como el Banco Mundial y el FMI, desplazando el peso de la
crisis sobre los rubros sociales de su gobierno. Ahora, la segunda vuelta, ha
movido por parte de la derecha argentina, todos los recursos en su intento de
desprestigiar al kirschnerismo y de alguna manera lo ha conseguido sobre todo
en la clase media y los sectores menos conscientes de la clase trabajadora y
del lumpen proletariado conocido como los “piqueteros”, es decir gente sin techo
y sin trabajo.
Qué pasará con la Argentina si gana
Macri?: lo que es previsible. Como cualquier gobierno de derechas en cualquier
lugar de la tierra, incluso en los Estados Unidos, reestructurará al Estado y
liquidará el populismo, a fin que la clase dominante argentina que sufrió
restricciones sino pérdidas inmensas en el kirchnerismo, para que a corto
plazo, desarrolle su proyecto post-neoliberal para que se recapitalice,
fortalezca los mecanismos económicos de reajuste volcando el peso de la crisis
inevitable, sobre las espaldas de los pobres: es decir los trabajadores, sean
estos manuales o intelectuales. Macri no tiene otra salida. El Imperialismo que
sostuvo por largo tiempo las acciones desestabilizadoras de la derecha, entre
las cuales el diario “Clarin”, que fue el portavoz de la derecha más
reaccionaria, para que se le restituyan sus privilegios de clase, impondrá los
reajustes estructurales de la economía sobre la base del recorte del área
social: es decir, salud, trabajo y educación. El instrumento para esto, será la
flexibilización de la legislación laboral, de tal manera que se permita, sin
ambages, despedir a miles de trabajadores ampliar sus márgenes de ganancia de
la empresa privada. Ningún gobierno por muy democrático que sea, querrá compartir
los efectos del reajuste de la crisis. Los despidos masivos, la reducción de
salarios y el alza de precios de los artículos de primera necesidad, son los
remedios sanchopancistas de la reacción derechista y a Macri no le templará la
mano a tiempo de ejecutar las instrucciones del Imperialismo. Es la última
trama de los reajustes en la versión “izquierdista”: por la derecha, son los
síntomas de la corrupción del kirchnerismo, el alza del dólar paralelo, el
contrabando, los negociados desde el gobierno, etc., son los errores montados
sobre los cuales puede volver la derecha mas reaccionaria.
El populismo no es un camino sin fin y en
algún momento, deberá radicalizarse hacia la izquierda o de lo contrario está
condenado a derechizarse. Por eso, en esta etapa de decisiones, había que
buscar objetivos comunes; pero la izquierda progresista, no tuvo la capacidad
de plantear una alternativa y por ello mismo, puede ser corresponsable de la
debacle. Por su parte, si Scioli fuera eventualmente elegido, no tiene otra
alternativa que acometer un proyecto nacional, popular, democrático y
antimperialista destinado a reactivar la economía sobre la base del
potenciamiento de su industria y la agropecuaria y paralelamente, el
fortalecimiento de organismos regionales destinados a crear un mercado regional
ágil, complementario y equitativo.
Confiamos en que los argentinos sepan
elegir con sabiduría.
La Paz, 20 de noviembre de 2015.
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