No podríamos
explicarnos bien, si antes, no hiciéramos un análisis sobre un hecho que ha
marcado el desarrollo de la cultura humana en etapas determinadas por factores
concretos y objetivos. La historia del hombre, no ha sido un proceso lento e
interminable de modificaciones, transformaciones espontáneas y graduales de las
relaciones que establecieron en el largo curso de la vida de los pueblo, como
resultado de consensos roussonianos sobre los cuales se distribuyeron los roles
y las funciones, una de las cuales, la dominante y la otra la “subalternas”,
como suelen decir los neomarxistas.
La historia de
la humanidad, ha tenido un principio calculado en algo más o menos de 2,500
millones de años, cuando apareció el “homo hábilis” y durante ese tiempo ha
sido objeto de un lento proceso de desarrollo y que la causa objetiva de ese
desarrollo y perfeccionamiento de su cerebro, no fue otro que el trabajo,
entendido como la actividad muscular e intelectual destinada a conseguir medios
de subsistencia en mejores condiciones. Ese proceso fue totalmente objetivo
porque fue determinado por las condiciones materiales que le rodeaban y no por
ninguna otra cosa. En esa primera etapa en que los hombres viven en manadas,
después en grupos determinado por sus características genéticas y luego, en
tribus, comparten lo que producen, de acuerdo con sus necesidades. No producen
excedentes. Cada día toman de la naturaleza, solo lo que les es necesario; pero
posteriormente como consecuencia del desarrollo de los medios de producción, es
decir, las herramientas y la experiencia del propio hombre, ya no se produce
solo lo que es necesario para el vivir diario, sino que se produce más, se
producen excedentes.
Estos excedentes son apropiados por un grupo
de hombres, con, los cuales, también por razones objetivas, se rompe la armonía
natural de la gens, o la tribu y la sociedad natural se divide en dos clases
con intereses opuestos: por un lado los que se apoderan de los excedentes y por
de esa manera se hacen dueños de las herramientas y de sus productos y después,
de la vida de quienes viven despojados de los medios y que la historia
denominará “esclavos”.
Eso ocurrirá más o menos hace seis mil años
antes de Cristo en Mesopotamia, Egipto. ¿Qué son pues, las clases sociales?
Iudin y Rossental, dicen que «Las clases son grandes grupos de hombres que se
diferencian entre sí por el lugar que ocupan en un sistema de producción
social, históricamente” y por la forma cómo participan del producto social
global, diríamos nosotros. No hay, aunque se busque, mejor ni más objetivo
concepto. Después, cuando el esclavismo es sustituido por el feudalismo, (al
promediar el siglo XIV de nuestra era, con la caída del Imperio Romano de
oriente, el esclavismo, como modo de producción, de decir, como la forma de
producirse los bienes necesarios para la subsistencia de los hombres), por el
feudalismo y cuando esta forma de producir bienes, no resuelve ya las
necesidades de los hombre, aparece el capitalismo con la Revolución Francesa de
1789. Si hacemos un mínimo esfuerzo intelectual para determinar a los sujetos
sociales en cada una de estas etapas, llegaremos a la conclusión que cuando
desaparece la sociedad primitiva, aparecen los esclavistas y los esclavos,
luego los señores feudales y los siervos y luego los señores capitalistas y los
obreros. No hay otra forma racional de llamarles, porque su designación no se
origina en razonamientos abstractos ni en construcciones teóricas imaginativas
y distorsionadoras a que tanto echan mano los post modernistas.
Ayer, en una
conferencia sobre la obra de Pierre Bourdeiu, ofrecida por su colega y
compañero de lucha Gérard Mauger en la Vice-Presidencia, Álvaro García Linera,
que se declara marxista, afirmó que la determinación de las clase por los modos
de producción, es anti dialéctica y poco menos que era un absurdo y escolástico
afirmar la existencia de esclavistas, señores feudales y capitalistas. Y que
esta forma de llegar a esas conclusiones, era consecuencia del pensamiento
dogmático de personas que por haber leído los tres tomos de las obras de Lenin
y un libro de Martha Harnecker, etc., les hacía pensar que ya lo sabían todo y
que, sin embargo eran dogmáticos y a-críticos.
Habló de la
contradicción de Partido y Ciencia, etc. lo que puede deducirse de la
intervención de García Linera, es que ha abandonado marxismo y se ha pasado con
todos sus bártulos, al carro del post modernismo a que también se subió Pierre
y los llamados neo marxistas. Para ellos, no hay clases sociales, sino que el
rol de las caducas clases sociales, ha sido asumida con ventaja por los
movimientos sociales y que por ende, desaparecidas las clases sociales,
desaparece también la lucha de clases y que no hace falta la revolución. Las
clases sociales no son resultado de una especie de taxonomía creada por Carlos
Linneo en 1735, sino que por el contrario, son formaciones sociales de
naturaleza objetiva, es decir que responden a determinadas condiciones
concretas. Las clases siempre van a tener intereses contrapuestos. Negarlo, es anticientífico.
Por eso, es fácil organizar teorías como el socialismo comunitario en que no
hace falta la clase obrera, sino solo las comunidades con intereses homogéneos,
es decir, en la que supuestamente, no existen contradicciones, aunque más
temprano que tarde el socialismo comunitario fortalecerá a los campesinos
ricos, es decir la nueva burguesía aymara destinada a sustituir a la burguesía
k’hara, para edificar una nueva clase de dominación sobre las espaldas de los
campesinos pobres, proletarizados, sin tierra.
Nos hubiera gustado que Gerard Mauger nos hablara de las limitaciones del Socialismo del Siglo XXI, pero no fue así. Brillante su disertación sobre la sociología comprometida de Bourdeiu. Ojalá lo tuviéramos de vuelta para hablar del Socialismo del Siglo XXI como una de las obras más importantes de Bourdieu.
JUAN GARCÍA
BARAÑADO
La Paz, 12 de
noviembre de 2015.
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