Juan García B.
El domingo 6
de diciembre de 2015, ha marcado del inicio del proceso de
desestabilización del gobierno de Nicolás Maduro y con él, del
Socialismo del Siglo XXI. No vamos a caer en la tentación de atribuir la
derrota, solo a los errores del gobierno de Maduro, ni a la corrupción
existente, ni a la falta de un nexo sólido entre el líder populista y
las masas que finalmente, no se empoderaron del Poder Estatal
comprendido como un fenómeno global que no se detiene solo en lo
político, ni en lo económico, en un proyecto global que abarque incluso,
lo espiritual, lo afectivo de las masas, es decir, los mecanismos
recónditos de la conciencia a donde llega años de alineación del sistema
impuesto desde la escuela y antes de ella, en el propio hogar que de
por sí, es ya, reproductor de un sistema de alienación impuesta desde
arriba y que está destinado a permitir la reproducción las condiciones
de dominación de una clase sobre el conjunto social. Ese es el ámbito
en que se ha desarrollado la lucha política de Venezuela que no es más
que una forma de la lucha de clases, que puede llegar a su manifestación
violenta en la medida que sean más ciertas las acciones de las masas
destinadas a conquistas nuevos derechos que no representa finalmente
sino el despojo de privilegios considerados sacrosantos por la clase
dominante. Cada derecho que logra arrancar la clase trabajadora y en
general el pueblo, es a costa del recorte de los privilegios de la clase
dominante. No existe nada que devenga en avances de las masas, que no
terminen siendo recortes de lo que se considera atributos de la clase
dominante y que es protegido por todo un sistema de instituciones, tales
como la justicia, su aparato represivo.
En el curso de lucha de las masas por mejorar sus condiciones de trabajo, las masas de trabajadores urbanos, los campesinos proletarizados y los trabajadores intelectuales; en un principio, tratan de hacer avanzar los procesos en dirección a la conquista de nuevos derechos económicos. En un principio las luchas de los trabajadores, están dirigidas a mejorar las condiciones generales del trabajo, en tanto que la clase dominante se propone la conservación de la capacidad productiva del trabajo primero y después ampliar los márgenes de su productividad, de la que devienen sus ganancias, manteniendo los mismos niveles salariales y el tercer nivel, es el mejoramiento de las condiciones técnica del trabajo. El nivel de la productividad, tiene que ver con los avances en el desarrollo tecnológico de los medios de producción y más propiamente, de las herramientas, así como los métodos y las técnicas del trabajo, la productividad y la experiencia del hombre. Como quiera que, conforme a Carlos Marx, mientras que los niveles de productividad suben, el precio del trabajo sufre siempre un estancamiento que le pone por debajo de su valor de cambio. De ese modo, la parte del capital que se dispone para sostener el modo de vida de la clase dominante y que le da capacidad de compra y eleva su status, siempre estará por encima de la capacidad del salario de reponer o restablecer los medios materiales para reponer la fuerza de trabajo. Eso crea el proceso de empobrecimiento gradual del trabajados que es geométricamente inferior al proceso de enriquecimiento de la clase dominante, es decir que hace que hace que los propietarios de los medios de producción son cada día más ricos, en tanto que los trabajadores son cada vez más pobres, a pesar que pudieran mejorar sustancialmente las condiciones materiales de su vida. Esto se va a dar en todas las sociedades, cualquiera que sea el régimen de Estado que le corresponda, es decir, ocurrirá en un Estado absolutista, en una dictadura, como en un Estado democrático. De esa manera, la lucha por mejores condiciones de vida de los trabajadores, es permanente y no se detiene ni en la sociedad socialista, en que la contradicción adquiere características no antagónicas ni principales, sino secundarias y complementarias al desarrollo de la sociedad socialista. En la sociedad capitalista está condenado a producir más plus valía que es apoderada por los dueños del capital. En la sociedad socialista, en cambio, los excedentes del trabajo social global, no está destinado a sostener a una clase parasitaria, sino que se distribuye en forma de bienes materiales y servicios en beneficio del pueblo, de acuerdo con el principio socialista de “de cada quien conforme a su capacidad y a cada quien, conforme a su trabajo”, descontando un porcentaje que se reinvierte en el proceso de producción para mantener y superar los niveles de productividad, la capacidad de producción, mejorar las herramientas, invertir en la formación y especialización de los trabajadores, etc.,
En consecuencia, es inevitables que en el Estado capitalista más democrático, los avances sociales de las masas, tiendan a limitar la capacidad de disposición de la clase dominante y el disfrute de los bienes que les da la acumulación de los recursos que están destinados a costear su modo de vida. En el caso de Venezuela, los avances logrados por Hugo Chávez en la construcción del Poder Popular como un Poder paralelo, basado en la transferencia de competencias desde el gobierno a la comunidad organizada en consejos locales electos en asambleas populares, han afectado directamente la capacidad de la burguesía, de disposición del Poder. Este malestar tuvo sus efectos políticos y se manifestó políticamente, transformando el malestar en acciones políticas.
Seguramente que en el curso del proceso, durante y después de Hugo Chávez, se cometieron errores de gestión y administración política; sobre todos los relacionados con deficiencias y limitaciones al impulso de la industrialización y la creación de un polo de desarrollo que pudiera elevar no solo la productividad alternativo que no fuera la exportación de petróleo o una deficiente administración de los recursos provenientes de esa fuente, que como todos sabemos, también fue objeto de manipulación por parte de los Estados Capitalistas más poderosos y especialmente los Estados Unidos, para desestabilizar el proyecto venezolano. El ISIS que ha escandalizado al mundo con sus actos de barbarie, pero nadie dice nada sobre su origen, en el proceso de desestabilización de la ex URSS en Afganistán y últimamente Irak, Irán, Jordania, Kuwait, Líbano, Libia, etc., no solo para precipitar la debacle del Sistema Socialista Mundial, sino también controlar las fuentes y los mercados de exportación de petróleo. Para acometer esa tarea, los Estados Unidos, fabricaron la mentira de los armamentos de destrucción masiva de lrak, y sobre todo, alimentaron junto con Inglaterra, Alemania y Francia, un sistema moralmente deleznable que ha hecho convivir la voracidad de los musulmanes fundamentalistas y paralelamente, con su objetivo de socavar el gobierno de Bashar Al Assad de Siria, crearon el ISIS. No ha importado el costo de sus operaciones. Los Estados Unidos, con la complicidad de Turquía ha proporcionado armas y vituallas a los fundamentalistas. Tal como ha sido demostrado por Rusia, el contrabando de armas por un lado y el contrabando de petróleo por otro lado, ha beneficiado a la familia de Recep Tayyip Erdogan. La CIA, es un tenebroso mecanismo de desestabilización. Larga es la historia de la CIA que es el mecanismo ejecutor del Imperialismo. Por eso, la derrota electoral del PSUV y sobre todo de Nicolás Maduro, no fue ni pudo ser exclusivamente esa la causa de los errores de la izquierda o más bien, de Maduro, como no pudo ser los errores de Cristina, o los errores de Dilma Rousef. Lo que ha ocurrido, además de los errores de los gobiernos populistas, han sido consecuencia de un proyecto que tuvo sus antecedentes en los documentos llamados de Santa Fe y otros laboratorios de manipulación que ha utilizado y utiliza el Imperialismo, una de cuyas recomendaciones, está mencionado en “El socialismo del Siglo XXI” de Martha Hárnecker que nos describe la política de dominación global, integral del Imperialismo que no se detiene en lo militar, es decir, en los mecanismos del Golpe de Estado o las acciones de “baja intensidad” y las “acciones constitucionales” como las utilizadas en contra de Manuel Zelaya o Paraguay en contra de Fernando Lugo, sino que las acciones desestabilización, manipulan también sentimientos profundos de las masas. En este tren, el psicólogo francés Gustav Le Bon, en su libro “La psicología de las masas”, hace referencia a la importancia del contenido afectivo, emocional del mensaje político, método de manipulación de las masas que fue utilizado provechosamente por Hitler en el período de soliviantamiento de las masas alemanas, sobre todo la clase media y los propios trabajadores, sobre cuyas espaldas recayó el peso de los ajustes destinados a cubrir el peso de la indemnización de guerra adeudada a los países aliados y sobre todo el sentimiento de haber sido humillados por el Tratado de Versalles. El peso de “los errores” de Chávez y de Maduro, que a tiempo de favorecer a las masas venezolanas, coartó los niveles de beneficio de la burguesía reaccionaria, tuvo que afectar necesariamente, no solo los intereses de la burguesía venezolana; sino también los intereses del Imperialismo, que, de una u otra forma, es el capital transnacionalizado que no solo mueve la industria, sino todo lo que se vende y se compra en el mundo. El verdadero Poder está en la Banca globalizada, transnacionalizada, en los capitales que forman parte de los grandes bancos y entidades financieras internacionales como el FMI, el Banco Mundial, etc, que es el capital, que mueve el comercio internacional. Las inmensas fortunas de los grandes ricos, por medio del sistema bancario internacional, ha difuminado las personas y los grupos y disuelve en todo el sistema bancario, todo el poder de los grandes capitalistas. El imperialismo, es pues, “la mano que mueve la cuna” del proceso permanente de reconfiguración del capitalismo internacional que se mueve en los Estados nacionales que es la ficción de los Estados nacionales. El Poder está en la banca trasnacional y sus instrumentos son los gobiernos nacionales y los medios de manipulación de masas, como la prensa, la televisión, los institutos de formación profesional y las universidades privadas y la escuela. Es por ese medio de manipulación de las masas y el terror político, son los medios con que el Imperialismo ha armado el esquema del golpe de Estado “institucional y democrático” en Venezuela. El ocultamiento, la especulación, el contrabando, el comercio internacional de la cocaína con la protección de la policía y las propias fuerzas armadas y la violencia delincuencial de los guarimberos armados y protegidos por la derecha que ha subvencionado los paros, las manifestaciones y las huelgas, son fases de la desestabilización de la teoría de Socialismo del Siglo XXI. Ese ha sido el frente contra el que ha tenido que luchar el PSUV. El camino hacia el socialismo por la vía democrática, es una ilusión si no se construyen los cimientos como una tarea permanente, para hacer avanzar el proceso y la única forma de hacerlo, no son las acciones populistas prebendales, bonos y subsidios, sino la real y efectiva participación del pueblo en la gestión política del Estado, su acceso real a los mecanismos del Poder Estatal. Todo lo demás es sueño. Las masas venezolanas han sido espectadores de la construcción del Socialismo del Siglo XXI construido desde arriba, por decreto, cuando deberían haber sido los actores protagónicos del proceso. Los trabajadores están cansados de ser la masa innominada de los desfiles y las manifestaciones, quieren ser los protagonistas de la Revolución como se llame, sus constructores y sus beneficiarios, quienes la defiendan sintiéndolas suya. La única forma de evitar un retroceso que puede ser sangriento, es que el Poder Popular no sea solo un mecanismo de control social, sino que sustituya en acciones de masas, al parlamentarismo burgués y asuma funciones legislativas y ejecutivas al mismo tiempo. Las Fuerzas Armadas deben descentralizarse y transferir al pueblo, algunos de sus atributos. No podremos soñar son Revolución, si no contamos para estos con tres actores fundamentales: los trabajadores, los campesinos y los soldados.
Ninguna élite puede sustituir a las masas, porque cuanto esto ocurre, cuando acomete la derecha para recuperar sus privilegios de clase, las masas que se han apoderado del proceso, saldrán a las calles y detendrán a la derecha y responderán con la violencia revolucionaria, incluso a la agresión armada del imperialismo. ¡FORTALECER LA PARTICIPACIÓN DE LAS MASAS EN LOS ÓRGANOS DE PODER POPULAR!
¡QUE LOS ÓRGANOS DE PODER POPULAR, PASEN A CONVERTIRSE EN UN ÓRGANO QUE CONCENTRE EN SUS MANOS LA FACULTAD LEGISLATIVA Y EJECUTIVA!
¡VIVA LA UNIDAD DEL PUEBLO LATINOAMERICANO!
¡VIVA EL PARTIDO COMUNISTA DE BOLIVIA-REVOLUCIONARIO!
En el curso de lucha de las masas por mejorar sus condiciones de trabajo, las masas de trabajadores urbanos, los campesinos proletarizados y los trabajadores intelectuales; en un principio, tratan de hacer avanzar los procesos en dirección a la conquista de nuevos derechos económicos. En un principio las luchas de los trabajadores, están dirigidas a mejorar las condiciones generales del trabajo, en tanto que la clase dominante se propone la conservación de la capacidad productiva del trabajo primero y después ampliar los márgenes de su productividad, de la que devienen sus ganancias, manteniendo los mismos niveles salariales y el tercer nivel, es el mejoramiento de las condiciones técnica del trabajo. El nivel de la productividad, tiene que ver con los avances en el desarrollo tecnológico de los medios de producción y más propiamente, de las herramientas, así como los métodos y las técnicas del trabajo, la productividad y la experiencia del hombre. Como quiera que, conforme a Carlos Marx, mientras que los niveles de productividad suben, el precio del trabajo sufre siempre un estancamiento que le pone por debajo de su valor de cambio. De ese modo, la parte del capital que se dispone para sostener el modo de vida de la clase dominante y que le da capacidad de compra y eleva su status, siempre estará por encima de la capacidad del salario de reponer o restablecer los medios materiales para reponer la fuerza de trabajo. Eso crea el proceso de empobrecimiento gradual del trabajados que es geométricamente inferior al proceso de enriquecimiento de la clase dominante, es decir que hace que hace que los propietarios de los medios de producción son cada día más ricos, en tanto que los trabajadores son cada vez más pobres, a pesar que pudieran mejorar sustancialmente las condiciones materiales de su vida. Esto se va a dar en todas las sociedades, cualquiera que sea el régimen de Estado que le corresponda, es decir, ocurrirá en un Estado absolutista, en una dictadura, como en un Estado democrático. De esa manera, la lucha por mejores condiciones de vida de los trabajadores, es permanente y no se detiene ni en la sociedad socialista, en que la contradicción adquiere características no antagónicas ni principales, sino secundarias y complementarias al desarrollo de la sociedad socialista. En la sociedad capitalista está condenado a producir más plus valía que es apoderada por los dueños del capital. En la sociedad socialista, en cambio, los excedentes del trabajo social global, no está destinado a sostener a una clase parasitaria, sino que se distribuye en forma de bienes materiales y servicios en beneficio del pueblo, de acuerdo con el principio socialista de “de cada quien conforme a su capacidad y a cada quien, conforme a su trabajo”, descontando un porcentaje que se reinvierte en el proceso de producción para mantener y superar los niveles de productividad, la capacidad de producción, mejorar las herramientas, invertir en la formación y especialización de los trabajadores, etc.,
En consecuencia, es inevitables que en el Estado capitalista más democrático, los avances sociales de las masas, tiendan a limitar la capacidad de disposición de la clase dominante y el disfrute de los bienes que les da la acumulación de los recursos que están destinados a costear su modo de vida. En el caso de Venezuela, los avances logrados por Hugo Chávez en la construcción del Poder Popular como un Poder paralelo, basado en la transferencia de competencias desde el gobierno a la comunidad organizada en consejos locales electos en asambleas populares, han afectado directamente la capacidad de la burguesía, de disposición del Poder. Este malestar tuvo sus efectos políticos y se manifestó políticamente, transformando el malestar en acciones políticas.
Seguramente que en el curso del proceso, durante y después de Hugo Chávez, se cometieron errores de gestión y administración política; sobre todos los relacionados con deficiencias y limitaciones al impulso de la industrialización y la creación de un polo de desarrollo que pudiera elevar no solo la productividad alternativo que no fuera la exportación de petróleo o una deficiente administración de los recursos provenientes de esa fuente, que como todos sabemos, también fue objeto de manipulación por parte de los Estados Capitalistas más poderosos y especialmente los Estados Unidos, para desestabilizar el proyecto venezolano. El ISIS que ha escandalizado al mundo con sus actos de barbarie, pero nadie dice nada sobre su origen, en el proceso de desestabilización de la ex URSS en Afganistán y últimamente Irak, Irán, Jordania, Kuwait, Líbano, Libia, etc., no solo para precipitar la debacle del Sistema Socialista Mundial, sino también controlar las fuentes y los mercados de exportación de petróleo. Para acometer esa tarea, los Estados Unidos, fabricaron la mentira de los armamentos de destrucción masiva de lrak, y sobre todo, alimentaron junto con Inglaterra, Alemania y Francia, un sistema moralmente deleznable que ha hecho convivir la voracidad de los musulmanes fundamentalistas y paralelamente, con su objetivo de socavar el gobierno de Bashar Al Assad de Siria, crearon el ISIS. No ha importado el costo de sus operaciones. Los Estados Unidos, con la complicidad de Turquía ha proporcionado armas y vituallas a los fundamentalistas. Tal como ha sido demostrado por Rusia, el contrabando de armas por un lado y el contrabando de petróleo por otro lado, ha beneficiado a la familia de Recep Tayyip Erdogan. La CIA, es un tenebroso mecanismo de desestabilización. Larga es la historia de la CIA que es el mecanismo ejecutor del Imperialismo. Por eso, la derrota electoral del PSUV y sobre todo de Nicolás Maduro, no fue ni pudo ser exclusivamente esa la causa de los errores de la izquierda o más bien, de Maduro, como no pudo ser los errores de Cristina, o los errores de Dilma Rousef. Lo que ha ocurrido, además de los errores de los gobiernos populistas, han sido consecuencia de un proyecto que tuvo sus antecedentes en los documentos llamados de Santa Fe y otros laboratorios de manipulación que ha utilizado y utiliza el Imperialismo, una de cuyas recomendaciones, está mencionado en “El socialismo del Siglo XXI” de Martha Hárnecker que nos describe la política de dominación global, integral del Imperialismo que no se detiene en lo militar, es decir, en los mecanismos del Golpe de Estado o las acciones de “baja intensidad” y las “acciones constitucionales” como las utilizadas en contra de Manuel Zelaya o Paraguay en contra de Fernando Lugo, sino que las acciones desestabilización, manipulan también sentimientos profundos de las masas. En este tren, el psicólogo francés Gustav Le Bon, en su libro “La psicología de las masas”, hace referencia a la importancia del contenido afectivo, emocional del mensaje político, método de manipulación de las masas que fue utilizado provechosamente por Hitler en el período de soliviantamiento de las masas alemanas, sobre todo la clase media y los propios trabajadores, sobre cuyas espaldas recayó el peso de los ajustes destinados a cubrir el peso de la indemnización de guerra adeudada a los países aliados y sobre todo el sentimiento de haber sido humillados por el Tratado de Versalles. El peso de “los errores” de Chávez y de Maduro, que a tiempo de favorecer a las masas venezolanas, coartó los niveles de beneficio de la burguesía reaccionaria, tuvo que afectar necesariamente, no solo los intereses de la burguesía venezolana; sino también los intereses del Imperialismo, que, de una u otra forma, es el capital transnacionalizado que no solo mueve la industria, sino todo lo que se vende y se compra en el mundo. El verdadero Poder está en la Banca globalizada, transnacionalizada, en los capitales que forman parte de los grandes bancos y entidades financieras internacionales como el FMI, el Banco Mundial, etc, que es el capital, que mueve el comercio internacional. Las inmensas fortunas de los grandes ricos, por medio del sistema bancario internacional, ha difuminado las personas y los grupos y disuelve en todo el sistema bancario, todo el poder de los grandes capitalistas. El imperialismo, es pues, “la mano que mueve la cuna” del proceso permanente de reconfiguración del capitalismo internacional que se mueve en los Estados nacionales que es la ficción de los Estados nacionales. El Poder está en la banca trasnacional y sus instrumentos son los gobiernos nacionales y los medios de manipulación de masas, como la prensa, la televisión, los institutos de formación profesional y las universidades privadas y la escuela. Es por ese medio de manipulación de las masas y el terror político, son los medios con que el Imperialismo ha armado el esquema del golpe de Estado “institucional y democrático” en Venezuela. El ocultamiento, la especulación, el contrabando, el comercio internacional de la cocaína con la protección de la policía y las propias fuerzas armadas y la violencia delincuencial de los guarimberos armados y protegidos por la derecha que ha subvencionado los paros, las manifestaciones y las huelgas, son fases de la desestabilización de la teoría de Socialismo del Siglo XXI. Ese ha sido el frente contra el que ha tenido que luchar el PSUV. El camino hacia el socialismo por la vía democrática, es una ilusión si no se construyen los cimientos como una tarea permanente, para hacer avanzar el proceso y la única forma de hacerlo, no son las acciones populistas prebendales, bonos y subsidios, sino la real y efectiva participación del pueblo en la gestión política del Estado, su acceso real a los mecanismos del Poder Estatal. Todo lo demás es sueño. Las masas venezolanas han sido espectadores de la construcción del Socialismo del Siglo XXI construido desde arriba, por decreto, cuando deberían haber sido los actores protagónicos del proceso. Los trabajadores están cansados de ser la masa innominada de los desfiles y las manifestaciones, quieren ser los protagonistas de la Revolución como se llame, sus constructores y sus beneficiarios, quienes la defiendan sintiéndolas suya. La única forma de evitar un retroceso que puede ser sangriento, es que el Poder Popular no sea solo un mecanismo de control social, sino que sustituya en acciones de masas, al parlamentarismo burgués y asuma funciones legislativas y ejecutivas al mismo tiempo. Las Fuerzas Armadas deben descentralizarse y transferir al pueblo, algunos de sus atributos. No podremos soñar son Revolución, si no contamos para estos con tres actores fundamentales: los trabajadores, los campesinos y los soldados.
Ninguna élite puede sustituir a las masas, porque cuanto esto ocurre, cuando acomete la derecha para recuperar sus privilegios de clase, las masas que se han apoderado del proceso, saldrán a las calles y detendrán a la derecha y responderán con la violencia revolucionaria, incluso a la agresión armada del imperialismo. ¡FORTALECER LA PARTICIPACIÓN DE LAS MASAS EN LOS ÓRGANOS DE PODER POPULAR!
¡QUE LOS ÓRGANOS DE PODER POPULAR, PASEN A CONVERTIRSE EN UN ÓRGANO QUE CONCENTRE EN SUS MANOS LA FACULTAD LEGISLATIVA Y EJECUTIVA!
¡VIVA LA UNIDAD DEL PUEBLO LATINOAMERICANO!
¡VIVA EL PARTIDO COMUNISTA DE BOLIVIA-REVOLUCIONARIO!
La Paz, 11 de diciembre de 2015.
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